El aún gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, quiere ir por todo lo que pueda en un partido centenario como la UCR, donde arrecian los malos resultados, las críticas y las acciones especulativas de más de un dirigente que hace posgrado de equilibrio para mantenerse en pie.
Como se sabe, Valdés viene haciendo un sondeo, con mucha meditación, para obtener el favor de sus correligionarios y, específicamente, del plenario del Comité Nacional, organismo que, en definitiva, debe dar su aprobación para que el referente correntino se siente en el sillón vacante que dejará el Diputado electo Martín Lousteau, antes de fin de año.
Justamente, con Martín Lousteau mantuvo una pulseada hace un tiempo y una negociación después para que el porteño asumiera la titularidad del comité del centenario partido, ubicado en calle Entre Ríos, a pocos metros del Congreso.
Por aquél entonces, -esto es hace cerca de cuatro años-, a Valdés no le alcanzaban los votos, pero hizo lo suficiente como para condicionar a Lousteau.
El mandatario provincial se encontraba en aquellos tiempos como uno de los socios “fuertes” del consorcio que integran los cinco gobernadores de la UCR y logró para ese espacio aproximadamente un cincuenta por ciento de las secretarías, como así también, la titularidad del bloque de Senadores para un hombre de su confianza, como es Eduardo Vischi.
A Valdés le faltaba revalidar títulos como dirigente y hombre fuerte del partido y vaya si lo logró durante este año, con una gran victoria en las elecciones para Gobernador, colocando a su hermano en el lugar de sucesión y, por sobre todas las cosas, derrotando de manera contundente a su rival y ex gobernador Ricardo Colombi. Éste intentó socavarle votos radicales, pero no logró su cometido y quedó reducido a un papel simbólico en la política correntina.
El otro gran dilema resuelto fue el armado político con vista a las elecciones generales de octubre, presentando lista por el esquema “Provincias Unidas”, que tuvo a referentes importantes como el ex gobernador cordobés, Juan Schiaretti; a Florencio Randazzo y a Emilio Monzó,en territorio bonaerense.
En un cuadro de resultados favorable, Valdés pudo imponer una idea y hasta un título grandilocuente hacia la opinión pública y tiene que ver con que, con ese rótulo partidario, alcanzó una victoria importante sobre los violetas de La Libertad Avanza.
Con ellos, si bien mantiene buen nivel de diálogo, tampoco quiso mostrarse débil a la hora de negociar listas conjuntas.
Finalmente, en octubre, Valdés y su espacio Provincias Unidas se impuso sobre La Libertad Avanza con la ventaja de tan sólo un punto porcentual y se agarró de aquel principio que reza: “se gana aunque sea por un voto”.
Si bien en cantidad de bancas en la Cámara de Diputados, apenas pudo salvar la ropa, Valdés logró una fuerte superación por sobre otros referentes, al punto tal de consolidarse como un referente de Provincias Unidas y también de una UCR que quedó diezmada por una serie de malos resultados que derivó en fuerte pérdida de representación parlamentaria.
Además, Valdés registra una ventaja por encima de sus colegas gobernadores. En Santa Fé, Maxi Pullaro salió tercero; en Mendoza ganó Cornejo, pero con una alianza con los libertarios y lo mismo ocurrió con Leandro Zdero en Chaco.
Sólo podría compararse su performance electoral con la que tuvo el gobernador de Jujuy Carlos Sadir, quien hasta el momento no ha mostrado apetencias de conducir el radicalismo nacional.
Lo cierto es que Valdés, también se encuentra por encima de otro potencial rival como el Senador nacional por la provincia de Buenos Aires, Maxi Abad, porque quedó como un referente de un pésimo resultado electoral.
Otro tanto sucede con Martín Lousteau quien, como actual presidente del Comité Nacional, tuvo un magro resultado electoral y apenas obtuvo la última banca en juego como Diputado Nacional por la Ciudad Autónoma por un puñado de votos.
Además Lousteau, siendo titular de la UCR se postuló por otro espacio partidario, sin aval de la Convención Nacional y sin debate previo acerca de una sincera política de alianzas en el partido de Alem e Yrigoyen.
Ahora, con los números que le favorecerían en el Plenario del Comité Nacional, Valdés asoma como aquel dirigente que pasó el examen electoral, que tiene todo ordenado en su Provincia y que, conversaciones mediante, puede obtener el respaldo de varios de los gobernadores radicales.
Posiblemente se vaya hacia otro esquema distinto al de Lousteau, tal vez con una mirada más simpática y dialoguista hacia las políticas públicas de la Casa Rosada, aún incluyendo una agenda por demás complicada para la historia radical, como es las reformas laboral e impositiva.








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